Sección: Dramaturgia. Agua corriente. Diego Anselmi.
Diego Anselmi
Universidad Nacional de las Artes, Argentina.
Resumen:
Agua corriente fue escrita durante la cursada de Dramaturgia II, dictada por Ariel Barchilón, en el marco de la Especialización en Dramaturgia (UNA, 2019).
Sinopsis: Sonia es hospitalizada. En la sala de espera del lugar, se encuentran su hermana y Nahuel, expareja de Sonia. Una explosión muda cuyos fragmentos se disipan.
Palabras clave: drama; dramaturgia; especialización; vínculos.
RUNNING WATER
Abstract: Running water was written during the Dramaturgy II course, taught by Ariel Barchilón, within the framework of the Dramaturgy Specialization (UNA, 2019).
Synopsis: Sonia is hospitalized. Her sister and Nahuel, Sonia's ex-partner, are in the waiting room. A silent explosion whose fragments dissipate.
Keywords: drama; dramaturgy; specialization; bonds.
Agua corriente
Sábado 2 AM. En la sala de espera de un sanatorio está acostada Paula Arroyo, vestida con ropa y zapatillas de atletismo.
En la fila de bancos frente a Paula, está sentado Nahuel Costa, con los codos sobre las rodillas y las manos entrelazadas como en oración, mirando un cuadro que está sobre la pared encima de Paula. Tiene en las manos las llaves del auto. Arroyo despierta sobresaltada.
Arroyo: Tengo sed ¿viste algún dispenser de agua cerca?
Costa: (Murmura) ¿En el baño?
Arroyo: ¿Vino alguien, hay novedades? Me desmayé. ¿Cuánto dormí?
Costa: Es temprano.
Arroyo: ¿Un chicle tenés?
Costa: Tengo cigarrillos.
Arroyo: No voy a empezar ahora.
Costa alarga sus brazos hacia arriba intentando desperezarse, camina hacia el fondo donde hay un florero sobre una mesa, lo agarra y ofrece las flores a Arroyo. Ella lo mira y se cruza de brazos. Costa esconde las flores detrás de su espalda y le ofrece el florero. Arroyo, molesta, se para y camina por la sala.
Arroyo: No entiendo por qué no me llamó antes, porque es tan… cabezadura.
Costa deja el florero en su lugar y se inclina hacia la puerta lateral derecha como intentando escuchar lo que pasa más allá.
Arroyo: Se va a mejorar, lo sé. ¿Mi riñonera?
Mira hacia el lugar donde estaba acostada y encuentra su riñonera bajo los asientos; la toma y mira la hora en su teléfono.
Costa: Te fui a buscar al parque cuando estabas en lo de Sonia, estuve dando vueltas por ahí con el auto, no te encontré. No pude descifrar lo que mandaste, vi las llamadas perdidas y después no me atendías.
Arroyo: ¿Qué cosa no pudiste descifrar?
Costa: Entendí que estabas entrenando y después recibí la foto y no entendía. Decidí ir al hospital, creí que era lo mejor, pero no entendí nada.
Arroyo: ¿Te avisó Sonia a vos? ¿Se están viendo?
Costa: No, Granate me avisó. Sonia alcanzó a llamarlo y él pidió una ambulancia. Pensé ir al depto de Sonia pero estaba lejos, yo estaba cenando con mis amigos del trabajo cuando me avisó.
Arroyo: ¿Cuándo vienen a decirnos algo? Me muero de sed.
Costa: No sé, hay que esperar. No ví ningún dispenser. Increíble. ¿Querés que vaya a comprar?
Arroyo: No, después, no quiero estar sola si viene el médico. Me dormí diez minutos y soñé algo horrible y me despierto en esta sala vacía… Me dan ganas de dormirme de nuevo pero me da miedo volver a soñar que Sonia se pierde, o era otra. No sé de qué lado quedarme. Se le volvía la piel como transparente en el sueño, horrible. Me hablaba pero no era ella después… se ahogaba. El ahogo lo sentía yo. Estábamos cerca del mar, nosotras íbamos a Necochea de chicas con papá, cerca de Quequén. En el sueño estábamos en esa playa.
Me duele todo el cuerpo. No elongué. Sonia es terca, no se deja ayudar, no es orgullosa es terca. Se volvió más para adentro. Me trata como a una extraña, no puedo creer. ¿Te das cuenta de eso vos?
Costa: No la veo yo, Paula. Al principio intenté. Insistí. Me pidió que la deje tranquila ¿qué querés que haga? La llamé, le escribí.
Arroyo: No sale casi, va al terciario y tiene unas horas en una escuela y algunos alumnos particulares. ¿Te gustaría volver con ella?
Costa: La quiero pero… pasó mucha agua bajo el puente, como decís. Ninguno es el mismo ¿no?
Arroyo: Una vez, en Necochea, me picó una aguaviva en la pierna y lloraba porque me ardía mucho. A Sonia le habían contado que cuando te picaba una había que hacer pis en la herida. Yo no quería, me parecía un asco pero me ardía mucho. Papá dijo que fuéramos abajo de unos tamariscos que crecían sobre los médanos. Sonia me llevó de la mano y trataba de consolarme. Buscamos un lugar bajo las plantas, como una cueva vegetal, ella no quería que la vieran desnuda. A la vez estaba tentada, no paraba de reírse y yo lloraba y le decía que me ardía mucho. Se reía tanto que no podía apuntar bien, me meó los pies. Con el último chorrito le acertó a la picadura. No sé si funcionó pero me sentí aliviada, después nos fuimos a la orilla a meter los pies en el agua.
Otra vez, en la escuela, yo iba a segundo, ella tendría nueve o diez. Había una compañera, Anita, que robaba caramelos del kiosco y yo quise hacer lo mismo pero la kioskera me agarró y me retó. Dijo que le iba a decir a la directora, Sonia me vió llorando, entonces vino y fue a decirle a la kiosquera que si le contaba a la directora le iba a decir a mi papá que era mentira. Después no pasó nada, obvio.
Pausa.
Arroyo: Qué sueño espantoso. La adoro, pero nunca fue una relación fácil. Después del secundario es como que yo pasé a ser la mayor. Como un cambio de roles, no sé. Si entraba por una puerta, ella salía por la otra. Me dí cuenta que siempre iba a tener que cuidarla.
En esa época empecé a correr, empecé un día que nos peleamos por una idiotez. Para no darle un sopapo, salí corriendo y corrí hasta el río. Me quedé en la costanera hasta la noche, lloré y volví a casa caminando. Sonia dormía. La amo. Lamento lo que pasó, no me arrepiento, no sé qué pensás, siento eso. Seguramente fue un error.
Pausa.
Arroyo: Entré al sanatorio corriendo y me paró uno de seguridad. Le expliqué a media voz, vino una enfermera. Me acompañó hasta acá. Pasamos por la guardia pediátrica, había una mamá con un bebé que chillaba desesperado, me enloqueció los nervios. Los gritos de los bebés parecen venir de algún lugar del infierno. No había agua por ningún lado. La enfermera dijo que iba a traerme pero se ve que se olvidó.
Había un desparramo de cosas en el depto, nunca lo había visto así: ropa en el piso, un bolso con ropa sobre la cama, había cacharros tirados y otras piezas de barro en el taller, hacía mucho calor allí, se ve que estaba trabajando cuando le avisó a Granate.
Costa: ¿Viste algo raro además del desorden?
Arroyo: Había ropa desparramada. Y desorden. Una pared cubierta de bocetos, me llamó la atención eso, pero no sé, hace mucho que no voy a su casa. Unos bocetos hermosos.
Costa: Hay que hablar con sus compañeras de trabajo.
Arroyo: Algo le pasó, se empastilló o no sé.
Costa: A Granate le dijo que no se sentía bien, le pidió que llame a un médico.
Arroyo: Estaba entrenando, por eso no vi sus mensajes hasta más tarde. La semana pasada habíamos quedado en cenar, pero nunca acordamos fecha, nada. Debería haberla llamado. Tengo frío.
Costa toma su camisa de los asientos, la coloca sobre los hombros de Paula, se miran. Ella vuelve a sentarse, bebe las últimas gotas de su botellita de agua.
Arroyo: Ya hice mi descargo ¿vos, algo para decir? Traté de acercarme, de mil maneras, no puedo desear por ella. ¿No vas a decir nada? ¿Tenés algo bueno para contarme? Dejá, no hables, no hables, no hables, mejor. Aquella vez también estuviste callado. Quedate callado, total… es mi hermana. No puedo quedarme callada.
Arroyo toma la mano de Costa y la guía sobre su mejilla, luego golpea su cabeza con la mano de él.
Arroyo: Me hubiera gustado hablar, saber cómo estás. Nadie supo bien qué hacer. Como sea. Lo que siguió fue la distancia, lo más saludable, lo más natural. Llamala, tenés que llamar a Sonia y si no quiere hablar, le escribís de nuevo la semana próxima.
No sirve arrepentirse, pero algo hay que hacer, correr, cambiar de lugar, no sé. Cada vez que se me venía la imagen de ella entrando a la habitación, tenía que salir corriendo y corría. ¿Qué podríamos haber hecho? ¿Debería haber corrido antes de entrar en la habitación? Necesito agua.
Costa: Desde ese día, tomé distancia. Sonia no quería hablar. Ella tomó distancia.
Arroyo abraza a Costa y esconde su cara sobre el pecho de él.
Costa: Ya me sentí culpable todo este tiempo y lo único que conseguí es estar inmóvil. Al menos vos saliste corriendo.
Arroyo: ¿Me hacés un masaje? Mis cuádriceps.
Costa: ¿Te duelen?
Arroyo arremanga sus calzas dejando sus muslos al descubierto, se sienta en la fila de asientos. Costa se acerca y masajea sus piernas; ella comienza a
respirar más profunda y audiblemente; deja caer su cabeza y la hace girar en círculos.
Arroyo: Hace tiempo que no me hacen. Despacito ahí, duele un poco, suave pero con presión. Podrías haber hablado conmigo. Fue como una explosión muda, los tres salimos despedidos en diferentes direcciones. Quiero agua y correr. Agua corriente que sea, ¿quién fue el maldito que inventó los dispensers? Quiero agua, yo encuentro mi cauce, mi causa es fluir, si me estanco me seco. Dame agua y dejame correr.
Costa: Te traigo agua, agua corriente. Dame la botellita.
Arroyo: ¿Pensás que Sonia va a mejorar?
Costa: Si. Dame la botella.
Arroyo: No, quedate.
Costa: Sonia va a estar bien.
Costa camina en línea por el fondo de la sala de espera de un lado a otro.
Arroyo: Pasó más de un año ¿cuánto tiempo hace falta?
Costa: Nadie sabe.
Pausa.
Costa: Hoy.
Arroyo: ¿Qué?
Costa: Hoy va a empezar algo nuevo.
Arroyo: ¿Volverías si ella quisiera?
Costa: No lo sé, no me parece posible. Estoy pensando ir a trabajar afuera, tengo una invitación para ir a Portugal. Varias veces le propuse irnos un tiempo, pero no le interesó. Ella está feliz con sus cacharros, sus alumnos, no podría estar lejos de vos tampoco.Pausa. ¿Cuándo van a decirnos qué le pasa?
Arroyo: Es temerosa.
Costa: Si me hubiera tocado estar en su lugar, seguro que hacía un desastre, me imagino rompiendo cosas, no sé. Con el tiempo las cosas pierden gravedad. Pero ella parece estar anclada ahí. Ella cerró la puerta y salió del departamento, no dijo nada, implocionó. Cerró la puerta y salió de nuestras vidas en algún sentido.
Arroyo: Cerró la puerta y salió de nuestras vidas sin decir nada.
Llegan sonidos de gente conversando desde la derecha de la escena. Costa se para, camina hacia esa puerta y trata de adivinar lo que se conversa del otro lado, a través del vidrio esmerilado.
Costa: Viene el médico.
Arroyo se acerca, apoya una mano sobre el hombro de él.
Costa: Se va. (Golpea la puerta) ¡Doctor, doctor! (Mira por el vidrio esmerilado de la puerta) Se fue para atrás. ¿Será el que estaba atendiendo a Sonia?
Arroyo: ¿Qué hora es? ¿Hace cuánto que estamos?
Costa: Me liquida esta espera.
Arroyo: No aguanto más.
Costa: Voy a averiguar en la recepción, no se puede pasar para allá.
Arroyo: Esperemos un poco más.
Pausa.
Costa: ¿Vos cómo estás? ¿Estás compitiendo?
Arroyo: Contra mí misma.
Costa: Es bastante.
Arroyo: ¿Te vas a ir?
Costa: Lo estoy pensando. En unos meses termino de pagar el departamento, luego veré. Es una propuesta interesante. Quiero empezar algo nuevo, probar. Dicen que es muy lindo Portugal. Mi amigo trabaja en una bodega, hacen buenos vinos, pagan bien. Me va a hacer bien un cambio, siento que es buen momento para eso.
Arroyo: ¿Nos vas a dejar? Somos como una familia ¿no?
Costa: Sí, son como mi familia pero no funcionamos como tal. Sabes que si me necesitan. Hay que ver como evoluciona Sonia y después veremos. Uno puede ser una bestia con sus seres queridos. Me dejé llevar.
Arroyo: ¿O sea que fue culpa mía?
Costa: Culpa no, no hay culpables. Ya está. Esa tarde rompimos algo. Traté de encontrar a Sonia, la llamé mil veces, no me atendió. No hubiera sabido qué decirle igual. Volviendo a casa se puso a llover, no sabía a qué iba a mi casa. Choqué por mirar el teléfono, pero no lastimé a nadie más ese día, por suerte. Volví a mi casa, estuve en duermevela varios días. No sé como hiciste vos para convivir con ella después.
Arroyo: Me instalé en lo de Mariana hasta que pude alquilar algo. Quise seguir pagando mi parte del alquiler a Sonia, obvio que no lo aceptó.
Costa: Qué desastre todo. (Pausa). Voy a buscar una cerveza, te traigo agua.
Arroyo: ¡Andá a buscar ayuda, que nos digan qué le pasa a Sonia!
Costa: ¡Ella va a estar bien, quedate tranquila!
Arroyo: ¿Cómo sabés? Si no sabés nada. ¡Andá a llamar al médico, hacé algo bueno de una vez, imbécil!
Arroyo empuja a Costa varias veces y sale por la puerta de la derecha.
Costa: ¡Paula, Paula!
Sigue con la mirada a Paula. Busca una petaca en su mochila, bebe un trago, se sienta. Dos minutos más tarde, Arroyo vuelve con lágrimas en los ojos, abraza a Costa y se queda acurrucada con él.
Arroyo: Sonia va a estar bien, mañana le dan el alta.
Costa seca con sus dedos las lágrimas de Arroyo.
Costa: Voy a buscar agua.
FIN
Diego Anselmi (1976). Patafísico, formó parte de diversos grupos teatrales como actor, director y/o autor. Actualmente, integra la cátedra de Dramaturgia (UNICEN), continúa impulsando el bosque disperso, ensaya una nueva obra de teatro con el grupo Lumbre y desarrolla una investigación sobre dramaturgias no antropocéntricas.
El Peldaño – Cuaderno de Teatrología N° 24 – Enero-Julio, 2025.
[1] Para citación de este artículo: Anselmi, Diego. (2025). Agua corriente. El Peldaño – Cuaderno de Teatrología. Enero-Julio 2025, n24, 56-63. https://www.ojs.arte.unicen.edu.ar/index.php/elpeldano/article/view/1485/version/1344. Sección: Dramaturgia. Recepción: 24/04/2025. Aceptación final: 16/06/2025.
[2] Obra seleccionada por la Biblioteca de Dramaturgos de Provincias, Centro de Investigaciones Dramáticas, Facultad de Arte, UNICEN.